Mensajeros de esperanza

El pastor menonita Jürg Bräker se detuvo en Messenger Fountain [Läuferbrunnen] en su ciudad natal de Bern, Suiza. Se humedeció las manos en una canaleta de agua, y declaró “esta agua se volvió roja como sangre en 1571, el día en que Hans Haslibacher fue decapitado”.

En la actualidad, los Amish todavía cantan del Ausbund [himnario] sobre Haslibacher, el último anabautista ejecutado en Bern.

Haslibacher había predicho que su cabeza cortada se reiría cuando cayera de la espada del verdugo: “Al igual que mi sangre, el sol será de color rojo,… asimismo el pozo del pueblo verterá sangre.”

Las tres predicciones se cumplieron.

No estoy seguro de creer todos los detalles de esa historia, pero el simbolismo es verdadero: cuando hay guerra o un gobierno corrupto, los mensajeros de esperanza en ocasiones mueren. La luz de la verdad se oscurece y las aguas que deberían dar vida se vuelven rojas de sangre.

Estoy agradecido por el valiente testimonio de nuestros antepasados del siglo XVI. Deberíamos honrarlos, luego seguir con la tarea cotidiana de rendir nuestras vidas en sacrificio vivo por otros en el nombre de Jesús.

Los anabautistas de hoy pueden colaborar con cristianos de otras tradiciones para incluir el pacifismo como parte de la invitación a otros a conocer y a seguir a nuestro Señor.

Mientras estuve en Suiza, representé al Congreso Mundial Menonita en las reuniones del Consejo Mundial de Iglesias (WCC, siglas en ingles). En ese cuerpo mundial que representa a 500 millones de cristianos, el menonita Fernando Enns ha sido un mensajero de paz como líder en el Peregrinaje de Justicia y Paz del WCC.

 Enns dice: “al final de La Década para Superar la Violencia (2001-2011) iniciado por las iglesias históricas de paz dentro del WCC, habíamos logrado un consenso sobre la comprensión de la Paz Justa dentro del WCC”. “El Peregrinaje de Justicia y Paz está basado en este consenso, añadiendo la dimensión espiritual al compromiso de las iglesias en la paz con justicia. Mientras caminamos juntos dentro de la familia ecuménica, nos damos cuenta cuán importante es que la Paz Justa esté enraizada en nuestra confesión de fe cristiana, en nuestras oraciones y en nuestra vida espiritual. Es mucho más que una estrategia política.

“La metáfora del peregrinaje nos enseña que a menos que la Paz Justa se convierta en una marca de identidad de nuestro discipulado, nuestro testimonio (como individuos, comunidades locales, y una familia cristiana mundial) difícilmente será creíble”.

Este proyecto ayuda a los cristianos de muchas tradiciones a seguir a Jesús hacia una “paz justa” en el mundo.

—J. Nelson Kraybill, presidente del CMM (2015–2021), reside en Indiana, EE.UU. 

 

 

Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en octubre de 2018.

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